Fuente:
http://www.campusred.net/CampusDiario/20040610/repor.htm
CIENTÍFICOS DE LA UNIVERSIDAD DE MURCIA Analizan en ratas la relación entre la adicción a la cocaína y la esquizofrenia
La mitad de los adictos a la cocaína que asisten a programas de desintoxicación presentan síntomas de esquizofrenia. Ante esta realidad, un equipo de la Universidad de Murcia quiere descubrir, experimentando con ratas, las relaciones existentes entre la adicción a esta droga y la aparición de este desequilibrio mental.
La gran duda científica es descubrir, con pruebas empíricas, el componente neurobiológico que provoca que un esquizofrénico se vuelva cocainómano, o que un adicto al polvo blanco desarrolle esta psicopatía que trastorna la conducta y la personalidad.
Con el objetivo de resolver este enigma, un equipo de científicos del Grupo de Investigación de Neurología y Neurocirugía Experimental de la Universidad de Murcia (UMU) ha presentado un proyecto para analizar las alteraciones cerebrales en ratas, a las que convertirán en esquizofrénicas y adictas a la cocaína de forma artificial.
De hecho esta patología dual no es anecdótica. Los Centros de Atención a Drogodependientes (CAD) de la Región de Murcia ya dieron la voz de alarma al detectar que la mitad de los adictos que tratan sufren trastornos mentales: cuadros psicóticos, fobias, alteraciones de conducta...
El estudio experimental, que tardará un año como mínimo en dar resultados, consiste en utilizar 80 ratas, divididas en 8 grupos de 10 animales.
El primer grupo es de control, no se le trata; al segundo se le inyecta fenilciclidina o polvo de ángel, que provoca una esquizofrenia artificial; al tercero se le suministra cocaína; el cuarto se trata con fenilciclidina y cocaína, haciendo a los roedores esquizofrénicos primero y después cocainómanos, y al quinto, cocaína y fenilciclidina, con lo que estas ratas serán primero adictas y luego serán esquizofrénicas.
El sexto grupo tomará clozapina, un fármaco que se administra a los pacientes con esquizofrenia, y el sexto y el octavo colectivos son roedores drogadictos y con patología mental a los que se les suministra esa misma medicina.
En total, se trata de reproducir todas las posibilidades que se producen en el cerebro del ser humano para después analizar el efecto en los núcleos cerebrales. Posteriormente, los animales serán sacrificados con éter, sin sufrimiento, y las sustancias se les inyectarán con una mini-bomba subcutánea, para evitarles el estrés de pincharles a diario.
Tras el sacrificio, los neurólogos de la Universidad de Murcia extraerán el cerebro de los roedores y los conservarán a 80 grados bajo cero. D
espués los cortarán en secciones de poco espesor para observar con un microscopio, acoplado a un analizador de imágenes, los daños cerebrales y neuronales que se han producido en cada uno de los ocho grupos de ratones.
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